Escrito por Mark Vargas
15 de Agosto de 2025
El martes, el veterano asesor de Trump, Roger Stone, presentó pruebas contundentes de que el congresista de Florida Carlos Giménez ha estado encubriendo amenazas a la seguridad nacional planteadas por Crowley Maritime Corporation, un contratista del Departamento de Defensa con sede en Florida que opera servicios de carga y transporte en el Puerto de Mariel, Cuba, bajo la supervisión directa del ejército cubano.
Como era de esperar, estas revelaciones han recibido un apoyo abrumador de figuras dentro del movimiento MAGA, incluyendo al general Michael Flynn, el coronel Rob Maness y el excongresista Matt Gaetz, quienes se han unido a Stone para denunciar la gravedad de la negativa del congresista Giménez a actuar —o incluso pronunciarse— sobre las alarmantes operaciones de Crowley con el ejército comunista cubano.
Crowley Maritime, un contratista del DoD con contratos de 2.300 millones de dólares en Servicios de Transporte de Carga de Defensa (DFTS) y 343 millones de dólares en contratos de la Fuerza de Preposicionamiento Marítimo (MPF), ha operado en Cuba desde 2001 bajo autorización de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). Sus operaciones en Cuba, donde el ejército del régimen castrista colabora con China, Rusia e Irán, implican riesgos de espionaje, especialmente considerando las instalaciones de inteligencia china cerca de La Habana.
Según el informe de Stone: “Los sitios de Inteligencia de Señales (SIGINT) de Cuba — Bejucal, Wajay, Calabazar y El Salao— han estado activos desde 1992, con importantes mejoras en 2019 y 2025. Estas instalaciones interceptan comunicaciones militares de EE. UU., rastrean lanzamientos de cohetes desde Cabo Cañaveral y espían la Base Naval de Guantánamo. Bejucal ahora alberga una nueva antena dispuesta circularmente (CDAA), mientras que el complejo ampliado de 12 antenas en Wajay mejora enormemente el alcance de la vigilancia cubana.”
Stone también llamó la atención sobre una fotografía que muestra al dictador cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez participando en un evento de Crowley Maritime Co. en La Habana, una imagen que subraya de manera clara y alarmante el nexo Cuba– Crowley–DoD.

“Es a la vez decepcionante y preocupante que el congresista Giménez — copatrocinador de la Ley de Seguridad de 2023— no haya utilizado su presidencia del Subcomité de Seguridad Marítima y de Transporte del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara para, como mínimo, criticar y exponer el papel de Crowley en apuntalar y hacer negocios con el régimen. Su ceguera voluntaria, dada su responsabilidad en materia de seguridad marítima y su conexión personal con la comunidad cubanoamericana, representa un grave fracaso para enfrentar tanto una clara amenaza a la seguridad nacional como un profundo problema moral”, dijo Stone.
“Entre ciertos políticos e ‘influencers’ cubanoamericanos, se ha convertido en una tendencia basar todo su atractivo en la retórica de ‘oposición’ al régimen. Este nivel de inacción lleva a muchos a pensar que, para ellos, no es más que política al servicio del dinero”, agregó Stone.
Como reconocen ampliamente los analistas geopolíticos, el papel de Cuba como proxy de los adversarios de EE. UU. —al albergar visitas navales rusas, vínculos diplomáticos iraníes y sitios de inteligencia de señales (SIGINT) chinos— convierte las operaciones de Crowley en una responsabilidad geopolítica. Al operar en Cuba, Crowley corre el riesgo de habilitar a un régimen que apoya a gobiernos antiestadounidenses como el de Venezuela y que facilita la guerra asimétrica, socavando los intereses de EE. UU. en el hemisferio occidental.
El miércoles, el presentador Alex Otaola llevó las revelaciones de Roger Stone a su programa —un espacio centrado en chismes del mundo del espectáculo— no para investigar ni exigir respuestas, sino para defender y proteger al congresista Carlos Giménez. En su estilo típicamente sobreactuado y políticamente torpe, Otaola argumentó que la comunidad cubana exiliada de Florida debía respaldar a Giménez, afirmando que perderlo significaría perder la representación cubana en el Congreso.
¿Pero de qué “representación” habla Otaola? Giménez, como presidente del Subcomité de Seguridad Marítima y de Transporte de la Cámara dentro del Comité de Seguridad Nacional, ha hecho la vista gorda mientras Crowley Maritime se lucra y mantiene tratos directos con el régimen comunista cubano.
En medio de la frenética defensa de Giménez por parte de Otaola —y de su esfuerzo por apuntalar la desgastada fachada de oposición “anticastrista” dentro del establishment político cubanoamericano de Miami—, los nervios lo traicionaron. Alterado y torpe, mostró accidentalmente en pantalla un gráfico comprometedor: las contribuciones de campaña del congresista de Florida Mario Díaz-Balart, dejando al descubierto la generosa financiación de Crowley a las campañas del político de carrera. Tan revelador como preocupante.
Durante la audiencia conjunta sobre Seguridad Portuaria, Inversión en Infraestructura y Seguridad, celebrada el 5 de abril de 2024, en la que James C. Fowler, vicepresidente senior y gerente general de Crowley Shipping, participó como panelista, el congresista Mario Díaz-Balart estuvo presente pero no interrogó a Fowler sobre las operaciones de Crowley en Cuba ni sobre los riesgos de seguridad relacionados —incluidas las vulnerabilidades en su subcontratación para el Departamento de Defensa. Para colmo, el congresista Carlos Giménez también estaba en la sala. Ninguna pregunta formulada.
Resulta incomprensible que Otaola —quien se presenta como un defensor de una Cuba libre— se niegue a unirse a Roger Stone y al movimiento MAGA para presionar al congresista Giménez, y ahora al congresista Díaz-Balart, para que examinen y tomen medidas contra Crowley. ¿Es este el mismo Otaola que tan alto exige cortar todos los lazos comerciales con Cuba? Las operaciones de Crowley en la isla, combinadas con los riesgos para la seguridad nacional que plantea la conexión Crowley–Giménez/Díaz-Balart–Cuba–DoD, requieren atención urgente. En cambio, Otaola ha optado por defender y reforzar las fuerzas del “America Last” y “Cuba Last.”